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Agitando el miedo

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Luis Giampietri sale una vez más a defender un plan de impunidad para las fuerzas armadas. Como es de esperarse, Giampietri toma de premisa la lucha contra Sendero Luminoso: la vigencia de un grupo terrorista en activo sustenta las pretensiones de “apoyo y soporte” a las políticas de una facción del gobierno.

Se confunden facilmente muchas cosas, generando desconcierto en la ciudadanía con el único objeto de atender una específica agenda política. Así visto, resulta oportuno el que haya aparecido en escena el libro “De puño y letra” de Abimael Guzman el cual mereció una desmesurada y ciertamente oportuna atención política.

La realidad muestra dos cosas: los hechos presentados en los últimos meses como actos terroristas resultan carentes de un trasfondo ideológico y además resultan ajenos al fin original de la subversión terrorista: destruir un sistema democrático establecido sea a través de la disminución de la moral pública o vía la destrucción de infraestructura.

Anterior Ministro del Interior en el Huallaga

Anterior Ministro del Interior en el Huallaga

Sin embargo la política oficial refiere que el terrorismo está en el VRAE o en el Huallaga. Y para este fin se promueve la urgencia en la militarización de la lucha antidrogas y la existencia de operaciones no-civiles en procedimientos de erradicación, dando soporte además a políticas que disminuyan la soberanía peruana con operaciones extranjeras.

Así, hay que diferenciar claramente la dinámica de los grupos instalados en el VRAE: por un lado existe el movimiento Proseguir, que se adscribe al fin original de Sendero; y por otro lado está instalada una serie de guardias paramilitares al servicio de las cadenas de tráfico de drogas. Son cosas distintas que necesitan soluciones específicas.

Proseguir no es, como erroneamente se dice, un grupo estancado en el VRAE, sino una serie de columnas que se desplazan por la sierra de Junín, Huancavelica y Ayacucho. Contrario a esto, son únicamente los grupos de servicio al narcotráfico (protección paramilitar) los que sí están perennemente desarrollando sus actividades en el VRAE.

Vista así las cosas, el terrorismo como práctica de sabotaje a la nación está muy lejos de lo que el discurso oficial afirma.

La teoría predominante en el gobierno actual es que se debe incrementar la potencia de fuego y “blindar” a los ejecutantes de esta política. La realidad ha demostrado que esto no ayuda mucho. El trasfondo del terrorismo es lo que se debe desmontar, y esta tarea no parece ser entendida por la actual administración.

Por lo demás, el mundo institucional se ha mostrado complaciente con el terrorismo de Sendero Luminoso, reduciendolo incluso a la categoría de guerrilla, viendo sólo el componente subversivo y no la estructura insana del mismo; o peor aún justificando su trasfondo al calificar su accionar como político o ejecución en “una guerra”. Este gobierno al confundir los fines, los objetivos y los trasfondos de una inexistente pero necesaria política sobre el terrorismo está igualmente perpetuando el real problema, que sigue creciendo y extendiéndose, mientras busca ganar réditos con la bandera del miedo.


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